sábado, 30 de enero de 2010

Paso San Francisco: Argentina / Chile





4700 metros sobre el nivel del mar, montañas por donde se lo mire, un lugar en el cual uno no puede darse el lujo de pestañear ni un segundo porque de hacerlo se pierde de observar semejante espectáculo.

El “lugar” en donde un viajero siente que logra experimentar un acercamiento a un estadio superior de goce o comprensión diferente a la corriente no se corresponde si o si con un paisaje, sino con un estado emocional dado por diversas situaciones; en este caso, varios estados emocionales se dieron para que el autor de esta nota sienta y perciba algo de esas características.

El viaje hacia un estadio de goce y comprensión superior al corriente es la máxima aspiración de todo viajero, y claro está, es un lugar al que afortunadamente nunca se llegará, y por eso se viaja y se viaja sin parar, y ese hermoso lugar ubicado en la provincia de Catamarca es simplemente lo mas parecido a sentirse que uno se dirige hacia algo parecido, ese paso fronterizo es una inmensidad difícil de plasmar en palabras, uno no tiene ni la menor idea de que sucederá una vez que gire luego de una curva, es lo máximo creer que absolutamente nadie sabe que podrá suceder cuando ese recto camino finalice allá por donde puede observarse. Ese escenario simplemente es lo máximo, son montañas de miles y miles de colores, lagunas perdidas, llamas y burros cruzando la ruta marcando con esa sola acción quien juega de local y quien de visitante, rectas interminables….curvas interminables, un cielo que de tan celeste que se presenta que causa miedo mirarlo, montañas que en un abrir y cerrar de ojos se encuentran encima de uno; la nada o el todo en el mismo lugar; ahí en ese alto, solitario y enorme contexto; no son muchas las horas que se tardan en unificar la localidad catamarqueña de Fiambalá con la frontera chilena, pero las suficientes como para no salir del asombro y perder la emoción de por donde se encuentra uno. Y de repente la “salida” del país, tan sólo un trámite burocrático, lo de siempre, DNI o pasaporte, declaración ante la AFIP, nada de revisación a absolutamente a nada y luego esos kilómetros en los cuales uno siente que no le pertenecen a nadie, y no es poesía barata, el metódico y burocrático “ingreso” a Chile será luego de casi 2 horas de viaje por un camino que abruptamente dejará de ser asfaltado, para ser de ripio, pero que en su trayecto uno recorrerá cuestas, lagunas de colores, termas y mas y mas montañas, una experiencia hermosa que además permite conocer el Chile del interior.

Las palabras salida e ingreso son colocadas entre comillas porque considero que la división política que determina donde comienzan y terminan los territorios de los países no son por mi reconocidas…somos todos hermanos latinoamericanos, sin fronteras, y en este caso la cordillera de los andes no separa, sino que une.