domingo, 19 de julio de 2009

Un clásico, Argentina y Bolivia ingreso por La Quiaca y Villazón




El paso fronterizo entre Argentina y Bolivia que se da cruzando las ciudades de La Quiaca y Villazón es una parada muy conocida, en especial por muchos jóvenes argentinos que suelen comenzar sus aventuras continentales en ese punto, ya que Bolivia es un país muy interesante para recorrer, y bien podría decirse que para muchos, la identidad construida por la unión que generan historia y cultura moviliza a muchas personas en búsqueda de experiencias nuevas y desconocidas.
Tanto La Quiaca como Villazón se encuentran pegadas una al lado de la otra, tan sólo unidas (o separadas, según el punto de vista que uno elija) por un pequeño puente que pasa por encima de un río, que si no me equivoco debe ser un brazo o una continuación del Pilcomayo; es allí donde pueden observarse las diferencias políticas, culturales y hasta prejuiciosas entre dos pueblos hermanos. Del lado argentino, quienes quieran ingresar a Bolivia sólo deberán tener la lucidez de llegar temprano para realizar una fila que se presenta con mucha gente durante todo el día, pero sólo eso, porque a la hora de presentarse ante las autoridades argentinas para salir, como las bolivianas para ingresar, las exigencias son prácticamente nulas, ya que sólo se debe presentar el documento ante las autoridades argentinas, pero nada de revisar a nadie, luego, cruzando el puente, unos metros más adelante, y ante las autoridades bolivianas, se deberá llenar un pequeño formulario y listo; lo destacable es que esta instancia fronteriza, posee un ritmo que se caracteriza por su gran tránsito de personas y vehículos, en tanto que, si uno lo desea y decide arriesgarse un poco, puede ingresar a Villazón sin registrarse, comprar lo que se le ocurra, cambiar dinero o lo que fuere y salir sin problemas, todo esto claro está, si se es argentino, porque ese “derecho”, al parecer, no es gozado por los bolivianos, quienes deben soportar largas y burocráticas filas en donde son revisados con bastante hostilidad por parte de las autoridades argentinas, gesto que no se hace para nada presente si previamente alguien arregló para que nadie diga ni haga nada, ya que el comercio entre estas dos ciudades es tan poco claro como el río que pasa debajo del puente que une o divide a Argentina y Bolivia.


No he regitrado imagenes de mi paso en este lugar
*Imagen 1 proveniente de jujuy.com
*Imagen 2 autor desconocido

miércoles, 8 de julio de 2009

Código del que tiene paraguas y el que no.

Pero viejo, las cosas deberían ser más claras ché!!!!
(a pepe)

Si vas por la vereda en uno de esos días que llueve mucho, y tenés la suerte de contar con un paraguas, lo mínimo que tenés que hacer es correrte y dejar el lado de la pared al que viene de frente a vos y no tiene paraguas, esto es así y san se acabó! porque para colmo, hay muchos de los que cuentan con uno y tienen el tupé de quedarse parados mirando de frente al que no tiene paraguas unos segundos, como disputando el derecho a uso de pared en el cruce entre dos personas, que hijos de puta, la concha de su madre!!!!
Otra, algunos “se copan” y dan el paso al costado, pero ni por asomo mueven el paraguas, y esto causa que uno deba mover el marote hacia la pared en un movimiento tan rápido y brusco como peligroso, si ya sé que es muy difícil tener presente tantos micromovimientos a la vez, pero viejo, le ponen el paraguas en el ojo a uno ché!!!!
Debo admitir que no soy de los que se ríen de las desgracias ajenas, pero en una oportunidad yo me encontraba caminando por las callecitas del microcentro y no tenía paraguas, y, claro está, tuve mi respectivo cruce con el hijo de puta que se caga en todo y no se mueve del lado de la pared, entonces sin detener la marcha fui yo quien se movió hacia el lado de la calle para no estorbar la cómoda caminata del hijo de puta, tuve suerte, sólo me cayeron unas gotas demás, que, sumadas a las que ya tría encima no me generaron molestia alguna, pero el otro venía invicto, el muy hijo de puta estaba todo sequito, pero su falta de solidaridad y compromiso para con el otro le jugó una muy mala pasada, y justo en el momento en que nos cruzamos pisó la típica baldosa floja, y, creanme, se duchó de abajo para arriba, el muy hijo de puta se cagó mojando todos los pantalones, y si no le llegó a las manos le pego en el palo, y yo me le cagé de risa en la cara…y el hijo de puta, no pudo decir nada. …Y bueno ché! creo que hay momentos en los cuales esta ciudad, su ritmo, su histeria y demases cosas, hacen que uno pierda la coherencia y cruce las fronteras de, por lo menos, la paciencia, o de lo que sea que se ponga en juego en casos como este; y creo que haberme reído así de ese tipo fue, de alguna forma, un salto hacia algún otro lado, en este caso un tanto jodido.